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  • Foto del escritorAntonio José Guerrero Gómez

Memories of Murder

Una de detectives de la mano de Bong Joon-ho


El cine asiático está de moda, pero en 2019 esto no era tanto así; gran culpa de esto, lo tuvo la cinta coreana "Parásitos", pues supuso todo un fenómeno. Mucho antes, su director, Bong Joon-Ho, hizo esta película. Basada en los crímenes de Hwaseong, unos hechos terriblemente trágicos que sucedieron en el país asiático entre 1986 y 1991; este film nos cuenta los sucesos, de cómo unos detectives intentaron poner freno a esta oleada de crímenes en serie.



Tras haber debutado en el año 2000 con Flandersui gae (Perro ladrador, poco mordedor), Bong Joon-ho quiso hacer un film sobre los asesinatos de Hwaseong. Concretamente, se basó en la obra de teatro llamada Come to See Me, de 1996. Este trabajo, se basaba en estos crímenes, en este caso tan trágico sobre la captura de este asesino en serie. Para ello, el director coreano no quiso rodar la cinta en el mismo lugar que tuvieron lugar estos sucesos, pues las familias de las personas asesinadas aún vivían. Hay que decir, que el rodaje, tuvo lugar concretamente en el condado de Jangseong, y que está situada cronológicamente en medio de una dictadura, aunque el cineasta no haya dejado mucha constancia de ello a la hora de contar esta historia.


Habiéndonos puesto un poco en situación, hay que decir, que los encargados de investigar estos crímenes son el detective Park Doo-Man (Song Kang-ho), un policia que pertenece a la administración local de Hwaseong, y Seo Tae-yoon (Kim Sang-Kyung), un detective procedente de Seúl que ha pedido trabajar en este caso. Por lo visto, el modus operandi del asesino consiste en violar a las mujeres, y luego amordazarlas antes de acabar con ellas con ropa interior femenina. Poco a poco, van descubriendo más formas de "trabajar" que tiene este criminal.


El ritmo que Bong Jong-Ho le da a la cinta es pausado, pero esto no quiere decir que sea lenta, ni mucho menos; no habrá un momento en el cual pensemos que la trama no avanza, pues el caso va dando pequeños pasos, con los que, a medida que los personajes saben cosas nuevas. La investigación, y por ello, la propia historia va cogiendo un color cada vez más interesante, y más oscuro, pues el asunto que se cuece lo propicia.



Prueba de esto, la tenemos en los protagonistas, aunque es más acuciante en el propio Park Doo-man, el cual, interpretado por Song Kang-ho, nos da una actuación veraz y con evolución. Al principio, se siente abrumado por llevar un caso tan importante, pero a medida que va avanzando la cosa, va cogiendo experiencia y va midiendo mejor el pulso de este asunto tan peliagudo que tiene que resolver. Tan grande es el cambio, que este, persiste hasta en el mismo plano final, momento en el cual es un personaje totalmente distinto al que vemos al principio de la película.


También hay una progresión en el comportamiento de Seo Tae-yoon. Kim Sang-Kyung es el encargado de ponerse en la piel de este impulsivo detective. Precisamente, su "problema" por así decirlo, es que, en ocasiones, reacciona imprudentemente ante las adversidades; es cierto que hay veces que intenta calmarse, pero no lo llega a conseguir. Es como el más nervioso de los dos, el menos paciente, y eso a veces le juega malas pasadas.


Estos personajes, y algunos otros lo hacen bastante bien. El que no me ha gustado es Cho Yong-koo, un colega de Park, el cual golpea a los sospechosos cuando este ya no sabe qué hacer; la razón por la que no me ha gustado, es porque veo que sobra en esta historia. Es cierto que por así decirlo él. podría ser el poli malo cuando ellos se quedan sin ideas, pero no veo necesario este personaje en un relato como este, sinceramente.



En cuanto al apartado técnico de la cinta, se puede decir que el largometraje tiene un buen montaje, aunque no creo que se pueda deber a su presupuesto, pues estamos ante una producción, que costó aproximadamente, unos 2,8 millones de dólares, que, quizás no sea una suma muy pequeña para una producción asiática media, pero tampoco debemos decir que fuese un gran presupuesto, pues por ejemplo, Sen to Chihiro no kamikakushi (El viaje de Chihiro), costó casi 20 millones de dólares, lo cual es un presupuesto mucho mayor, y hablamos de un film de animación.


No obstante, el buen hacer de Bong Joon-ho al mando de esta cinta, hace que el empaque de la película sea bueno. Esto, también está presente en su banda sonora. El director surcoreano, quería que el encargado del apartado musical de la cinta fuese nada más y nada menos que Joe Hishaishi, el principal compositor de las películas de animación de Studio Ghibli, casi nada. Hay que decir, que este cineasta, quería que la sinfonía del film fuese la adecuada, que no estuviese por encima de la historia por así decirlo; es decir, que se notase, pero sin llegar a cotas muy grandes en las que la propia música eclipsa al relato. Para esto, el que escogieron finalmente, fue Taro Iwashiro. Este hombre, ha sido el encargado de otras producciones asiáticas en el mundo del cine, y también ha dejado su sello en los videojuegos, con temáticas también asiáticas.


Esto no fue tarea sencilla, pues director y compositor tuvieron reuniones de hasta diez horas para que al final quedase una banda sonora acorde a lo que quería lograr Bong para esta película. Sobre todo, él quería que la música fuese realista y trágica, así como la propia cinta lo es, pues, aunque estemos hablando de un thriller policial, estamos ante todo con un drama de manual.



Hay muchos films que dan una visión sobre un acontecimiento que ha sido real, pero no son tantos los que pueden enorgullecerse de haber sido llevados al cine de forma realista y veraz. Eso, es algo que si consigue esta cinta, pues, Los asesinatos en serie de Hwaseong, que es el nombre que se le dieron a este trágico suceso, fueron unos crímenes cometidos de manera violenta y cruda. No se sabe con exactitud cuantas muertes tienen lugar en la película (se cree que unas 10), pero sobre lo que si hay una certeza, es que el asesino usaba las prendas interiores de las victimas (bragas y sujetadores) para acabar con ellas.


Esto, no es lo único que se ve en este film, pues también el que la policía obtuviese fluidos corporales del asesino también fue algo significativo y real. Sin embargo, no entiendo que se decidiera en la película enviar el análisis de ADN a Estados Unidos; no sé si fue por la rivalidad de Corea del sur con Japón, lugar al que fueron enviadas las muestras realmente, o por simples motivos comerciales., pero está claro que este hecho sucedió de esta forma, y con el mismo resultado que vemos en la cinta.


Cuesta creer que un ser como este haya estado tanto tiempo libre. El film es de 2003, tiempo en el cual ya había pasado más de una década de que acabasen estos sucesos, y en aquel momento, este sujeto andaba todavía suelto. No fue hasta octubre de 2019, cuando Lee Choon-jae, confesó haber sido el culpable de haber matado a todas estas personas.



Reconozco, que Parásitos fue la primera película que vi de este director surcoreano, pero el que me gustase tanto aquella cinta, me incitó a ver más títulos de su filmografía. No había visto ningún trabajo de este hombre a pesar de conocer algunos, pero si del cine asiático, del cual soy aficionado. Por lo que he visto en varias de las cintas de Joon-ho, es un cineasta que siempre deja un mensaje o moralina. Esto, es algo que me gusta, porque me encanta que las películas me dejen un buen poso, y esta, en concreto, es una cinta que ha conseguido eso. Hace ya unos días que la vi, y la recuerdo cada vez mejor, y esto es algo que solo consiguen los mejores films.


En este caso en concreto, el director, con la ayuda del encargado de la fotografía, Kim Hyeong-gyu, consigue romper la cuarta pared en un plano que queda para el recuerdo. No voy a poner esta icónica imagen, pues creo que es algo que debéis descubrir viendo esta película, pues, forma parte de su magia. Precisamente, como en cierto diálogo que tiene uno de los protagonistas, la persona que suele ser el asesino, suele aparentar tener un comportamiento convencional o normal de un ser humano. La reacción de este personaje, es la que encumbre a la cinta un poco más, le da un impulso extra que va directo a los espectadores.


Este plano, es el que hace que recordamos un poco más la película. Ya que no estamos ante un film con una fotografía portentosa y memorable, pero esa secuencia hará que recordamos esta faceta de la cinta, pues es un momento muy poderoso, y que va acompañado por la melodía más sonora de la composición musical que hizo Iwashiro.



Como es mi caso, muchos habrán conocido a Bong Joon-ho por el film que dirigió y triunfó en 2019, pero hay que decir, que esta película de la que hemos hablado hoy, es una cinta imprescindible en su filmografía. El director surcoreano supo tratar con delicadeza un asunto tan sensible como fueron los asesinatos en serie de Hwaseong. Lo hizo, escogiendo a un actor como Song Kang-ho para ponerse en la piel del detective local Park. Un personaje, que tiene una evolución muy satisfactoria; cambio que podemos ver, gracias a lo bien adaptado que está el guión por parte del director del filme, pues consigue realizar una cinta muy veraz y real, que es lo mejor de todo. Una película con un mensaje muy bueno, como hace este cineasta en sus otros trabajos, lo que le da un valor extra a la cinta. Eso, y su gran plano final, que junto a la música de Taro Iwashiro, consigue conectar con los espectadores de una forma increíble.









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